viernes, 23 de mayo de 2008

historial: 2007.

Y así llegamos a las dos últimas plaquetas de "El pez de plata" (por ahora, claro), La pesquita de Jorge Chiesa y Cuadrilátero circular de Silvana Franzetti. Ahora son 10 los peces que forman la colección y 6 los integrantes de dársena3, ya que se incorporó Luciana Caamaño, la cocorita.
El encuentro fue el 16 de noviembre de 2007, con presentaciones y lectura de poemas. El convite tuvo un bonus track, dos videopoemas de Franzetti, "Si X" y "Mujeres de la calle", que realmente metieron los oídos y los ojos de todos en una sintonía increíble.



Ana Porrúa, Silvana Franzetti, Jorge Chiesa y Matías Moscardi.







Mesa de galanes: Juan Cegarra, José Mayor y el Galo.






Los dibujos y el arte de tapa de Cuadrilátero circular y La pesquita son de Carla Di Luca.


















Silvana Franzetti y Jorge Chiesa









La pesquita, Jorge Chiesa (Mar del Plata, dársena3, colección “El pez de plata”, noviembre de 2007).


Mi padre y yo
comemos en silencio:
cubiertos de acero
en movimiento
sobre el pescado.

La carne ligera
como el vuelo de una mosca
apenas se oye
en la boca.

Claro que
un oído atento
si hablara
podría ilustrar
lo que es ser
masticado.

Pensar en la lengua
y utilizarla
como un órgano mudo.

Pensar en mi padre
y comer en silencio
lo que pescamos.




*

Mi padre tuvo:
dos matrimonios
tres hijos.
Volcó un auto a 180 km. por hora
y sobrevivió.

En el hospital
comprobé que tenía las piernas
demasiado flacas
como si se las hubieran prestado
de otro cuerpo.




*

Desde la costa
mi padre y yo
miramos las ballenas.
Somos distintos.
A él le hubiera gustado
ser arponero
mientras yo adopto
la mirada mansa y resbaladiza
del hundimiento.



*

Dentro del auto
mi padre y yo compartimos
un nuevo espacio
de silencio.
Es de noche
y el baúl está lleno de ojos
de pescado muerto.
Del otro lado de la ventanilla
contra el cielo
un avión:
apenas una luz que titila
que se aleja.
Vuelvo con las manos sucias
-no sé mi padre:
nunca se las he mirado.










Silvana Franzetti lee sus poemas.







Cuadrilátero circular, Silvana Franzetti (Mar del Plata, dársena3, colección “El pez de plata”, noviembre de 2007).



Quise averiguar algo que no me pertenecía. El combate era en cadena, el tiempo de la pelea se extendía, como en la niñez, y su relato quedaba inmune frente a la hazaña, siempre accidental. La corrida, imposible. Seguí a los japoneses con los ojos, ya no tenían valor, se habían transformado en una foto de ellos mismos: nunca vieron al toro. Hasta que olvidé. Supe una parte, pero la olvidé. Boxeo y lidia para mí ya no existen.





La mano envuelta
con una tira de lienzo blanco
mece el saquito de té.
El peso del pugilista va a ser marcado
en la regla graduada antes
de que suene la campana.

Cada cuerpo se pliega en el saludo
la ceremonia no es, no puede ser el combate.

Alguien
en una butaca
boquiabierto desde el minuto primero,
aunque el espectáculo ocurra en tres.






*

El relator espera
que se acumulen los detalles

el raso, la piel
las lentejuelas brillen más
el agua se deslice desde la boca al cuello
hasta que los brazos se extiendan
y formen un óvalo sobre la cabeza.

El ojo izquierdo del cameraman
pasa por alto lo que hay
detrás de la cicatriz en cada velada.
La pantalla no tiene contrincante.




*

Se dice que el ribete blanco
distingue un pantalón amarillo
del otro, los cuerpos
maniquíes o figuras de cera
toman el impulso de los gladiadores.
La TV sabe quién es quién. Ahora sí
pasa algo allá arriba, una forma de actuar
la muerte en doce asaltos.

Clava su mirada en el hombro
derecha curva por línea externa
uno-dos, uno-paso-dos
el pie izquierdo hacia delante pisa
la lona impresa
se tapa la cara con los guantes, un tic
la silueta de un hombre cae
sobre la propaganda de un candidato.

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