jueves, 24 de septiembre de 2009

Así fue la presentación de Manigua



Tardamos un poco en colgar esto porque, extrañamente, nos habían cerrado el blog. Nunca supimos por qué, pero ahora reapareció. Se fue 10 días. Unas vacaciones cortas. Lo que sigue es el texto que leyó Matías Moscardi en la presentación de Manigua de Carlos Ríos. Agradecemos a todos los que nos acompañaron.


Sobre Manigua, de Carlos Ríos (Buenos Aires, editorial entropía, 2009)
La lectura de los libros de poemas de Carlos Ríos –Media Romana, La salud de W. R., La recepción de una forma, La dicha refinada y Nosotros no, estos dos últimos inéditos– pueden pensarse bajo un mismo efecto de lectura. La palabra para designar este efecto de lectura es el título de su primera novela, que presentamos hoy: Manigua.
Manigua significa, y con esta definición de la RAE comienza la novela, “abundancia desordenada de algo, confusión, cuestión intrincada”. Lo que quiero decir, para empezar, es que la manigua se presenta ante todo como un efecto de lectura que generan los textos de Carlos Ríos. Otra de sus acepciones semánticas es la de “bosque espeso e impenetrable”. Pero no se trata de una cuestión de hermetismo literario sino de una operatoria precisa que, me parece, tiene que ver con la idea de extrañamiento, en el sentido que le daban a esta palabra los formalistas rusos. La manigua: así podríamos llamar al efecto de extrañamiento en el caso de los textos de Carlos Ríos.
Pero la manigua, y ya dejando de lado la generalización para entrar en la novela, tampoco es una complejidad sintáctica o formal. De hecho la novela está escrita con un ritmo de fraseos cortos, vertiginosos, acelerados, que personalmente relaciono con el apuro del personaje principal ante la muerte inminente de su hermano. La manigua, para mí, es el efecto que Ríos genera con los materiales que elije para escribir. Parece –porque no sé si es así– que el texto está siempre precedido de una investigación que lo vuelve extraño, ya que su esencia, lo que queda cuando la lectura finalmente logra socavar el corazón de la manigua, es una especie de hallazgo íntimo o como diría Alan Watts: una claridad hiriente.
Muthahi, siguiendo el estricto mandato paterno, tiene que buscar una vaca para sacrificar el día del nacimiento de su hermano y transformarse, de este modo, en el nuevo líder de su clan. De lo contrario, será condenado a morir de sed en el desierto. Por un lado, entonces, Manigua narra, de un latigazo, la historia de lo que hay que matar para pertenecer a una familia.
En la otra punta temporal hay una segunda historia: mucho tiempo después, Muthahi yace en un hospital junto a su hermano y, apurado, le cuenta la primera historia: una especie de precuela inaugural de la vida de su hermano menor, el mismo hermano que ahora yace junto a él, debilitado por el cáncer. Barthes decía que hay que sentir la literatura en tren de desaparecer, de abolirse: en ese caso, quererla con un amor penetrante, conmovedor, como se ama y se rodea con los brazos algo que va a morir. Creo que ése es el gesto de la novela de Ríos: hay una necesidad de transferir la palabra, de devolverla con un alto grado de urgencia (porque el relato central parece pertenecer más a su hermano que al protagonista mismo), de restituir la historia antes de que sea demasiado tarde: “Escucharé la historia del animal sacrificado el día de mi nacimiento y luego me iré en paz”, le dice su hermano a Muthahi.
El desplazamiento es una de las técnicas narrativas: hay un narrador en tercera y un narrador en primera, pero los dos dicen lo mismo, como cediéndose mutuamente la palabra, en un gesto compartido de comunión verbal; como si la historia se contara a sí misma por medio de ellos y no al revés. Es el carácter nómade de la voz narrativa: no importa quién narra, lo fundamental es que la narración efectivamente suceda. Por eso, las voces no son puntos de vista, son simplemente vectores ventrilocuados por las palabras del relato. Esto implica, a la vez, remontar cierta concepción mágica del lenguaje. Leemos: “Lo sagrado, la lengua, también es parte de este mundo. Desde mi cesta de mimbre enlisto las palabras que decíamos con mi hermano cuando éramos niños”. La palabra es lo compartido en el clan familiar; por eso en el relato no puede haber un narrador estable, fijo: porque, en la novela, la palabra es lo que vitalmente debe circular, como esa especie de tiburones que si dejan de nadar se mueren.
Ludwig Noiret sostenía que “el lenguaje nace de la actividad comunitaria dirigida a alcanzar un objetivo en común, del trabajo primitivo de nuestros antepasados”. Voloshinov decía que “el oyente es desde el comienzo un elemento necesario en la estructura de todo lenguaje”. Esto hace pensar que Manigua narra, a la vez, la historia de una lengua personal, el swahili. Leemos: “En el corazón de la guerra, el swahili hablado por nuestros hermanos se había convertido en una lengua incomprensible. (…) Era una lengua infernal, equiparable a la de nuestros enemigos, el griterío sin nombre que precedía a la aniquilación”. Entonces, manigua es también el destino del idioma cuya historia es lógicamente inversa: ya no la primera, como podríamos suponer, sino la última expresión del lenguaje es un grito colectivo cuyo significado final es la aniquilación.

----------------------------------Matías Moscardi

jueves, 10 de septiembre de 2009

La crítica dijo sobre Manigua de Carlos Ríos

Hacemos una pequeña antología de lo que la crítica dijo hasta ahora sobre Manigua. La de Mar del Plata es la segunda presentación de la novela (la primera fue en Santa Teresita). Le ganamos a la metrópoli!!!!!!!!! Te invitamos a escuchar a Carlos Ríos leyendo fragmentos de Manigua y charlando con Matías Moscardi, uno de nuestros miembros estelares. Mañana viernes 11 de septiembre, a las 20 hs, en Librería Chesterton, Corrientes entre Rivadavia y San Martín.

Ezequiel Acuña/ Radar libros/ Página/12

-"Manigua es, como su historia, de una belleza inestable, un pequeño caos finamente controlado que casi a punto de desbordarse nos amenaza con su tono arcaico: 'Cuando se apagaron los gritos de los que quedaron atrapados, todavía se escuchaban bajo el barro los timbres de sus celulares'."

Oliverio Cohelo, Los Inrockuptibles:
Cada tanto aparecen novelas que rompen silenciosamente con algunas convenciones narrativas, sin subrayar su propio experimentalismo ni escenificarlo en un ámbito que no sea el esctrictamente literario. Manigua tiene la cualidad extraña de ciertos relatos cuya singularidad radica en la naturaleza -o en la ausencia de artificio- con la que presentan el acto de narrar. En las primeras páginas el relato remeda una ficción antropológica. Pasada esa apertura, anécdotas que bordean mitologías tribales -la swahili y la kikuyu- en una atmósfera posapocalíptica se imbrican en las voces del narrador y del personaje.

Además de poner en abismo el hecho mismo de narrar y dejar que la elipsis apuntale las diferentes capas de la novela, Ríos aborda poéticamente un asunto delicado e imposible: la relación con ese par semidivino que puede llegar a ser un hermano.

Soledad Quereilhac en ADN cultura/ La Nación:
La labor poética de Ríos, de la que son testigos sus libros anteriores, reaparece en Manigua notablemente articulada con las formas de la novela, acaso como una manera de expandirse en la página y aprovechar la rica temporalidad de los relatos. Un mundo donde conviven lo arcaico y lo moderno surge de una prosa que indaga sin respiro, línea a línea, un amplio abanico de registros y metáforas.

Daniel Sada (vía Evaristo Cultural)(…) Hay un escritor argentino que vivió en México y conozco muy bien: Carlos Ríos. Él ahora regresa a radicar en Argentina y próximamente publicará allá su primera novela. Estoy seguro que dará mucho de qué hablar. Con respecto a otras latitudes, conozco muy poco de la literatura joven, pero si hay talento y paisaje interior acendrado, ya en unos cuantos años se verá a todas luces.-.

Oliverio Coelho (vía Revista Ñ) Manigua, de Carlos Ríos, es una novela-leyenda recientemente editada por Entropía. Se trata de un relato mítico contemporáneo, donde la realidad es una construcción alucinante y tribal, y la ficción antropológica en verdad está al servicio de una radicalidad poética expresada en frases mínimas y ajustadas. Apolon, el protagonista, viaja en busca de una vaca para sacrificar cuando nazca su hermano. El relato de este viaje regresa cíclicamente mucho después, en elipsis admirables y una escritura afinada y reducida a una perfección que no tiene nada de simplificación ni de conformismo.-.

Gabriela Cabezón Cámara (vía Revista Ñ) Manigua, la novela de Carlos Ríos que acaba de editar Entropía. La recomiendo porque con su concentrado lirismo y su brevedad -tiene apenas 64 páginas- se anima a mucho: desarrolla una hipótesis poética del apocalipsis, de los últimos desastres, de la desintegración de la cultura en un mundo posatómico, analfabeto, que ha vuelto a la oralidad y a los mitos propios de la prehistoria, como si la cultura se cerrara volviendo a los orígenes. Y genera imágenes de desoladora belleza, en las que conviven basurales con mandatos tribales y tecnología de punta con guerra de clanes.

Todos los enlaces para leer las notas completas están en http://editorial-entropia.blogspot.com/search/label/Carlos%20R%C3%ADos

lunes, 7 de septiembre de 2009

La presentación más esperada del año


Viernes 11 de septiembre
20 hs
Manigua, novela de Carlos Ríos
Presenta Matías Moscardi
en la librería ¿Quién es Chesterton? de Mar del Plata
Corrientes 1731 (entre San Martín y Rivadavia)

Carlos Ríos (Santa Teresita, Buenos Aires, 1967) tiene publicados libros de poemas, Media romana, La recepción de una forma y La salud de W. R. Luego de una larga estadía en México ha regresado al país y publicó en entropía, una editorial independiente que está armando uno de los catálogos más interesantes de nueva narrativa argentina, su primera novela, Manigua.

La contratapa dice:
"Ante el inminente nacimiento de su enésimo hermano, Muthahi recibe un férreo mandato paterno: a partir de entonces su nombre será Apolon y deberá regir sobre su clan tribal. Pero, antes, estará obligado a viajar hasta los distritos costeros y traer de regreso una vaca para sacrificar el día del alumbramiento; de lo contrario, será condenado a morir de sed. Años más tarde, el propio Apolon acompaña a su agonizante hermano en un desolado hospital de provincias. Para mitigar sus últimas horas, decide contarle la historia de esa misión que precedió su llegada al mundo: construir un relato que bordea la consistencia del mito.

En Manigua (novela swahili), Carlos Ríos va desgranando el diario improbable de una leyenda que no se refiere al pasado ni al futuro, sino a un presente cuya permanente descomposición adquiere la naturalidad de lo cotidiano y de lo inevitable. Una apuesta radical por despojar al lenguaje hasta volverlo hipnótico transforma esta obra en una cartografía anotada de la catástrofe personal. Un estudio antropológico cuyo sujeto se extravía dentro del alucinado universo geográfico que lo contiene, lo sabotea y lo constituye."

Los esperamos a todos. Es una muy buena oportunidad de conocer qué se está publicando en la editorial entropía y de escuchar a uno de sus escritores. Manigua ha sido reseñada en los diarios más importantes del país, Página 12, La Nación, Perfil y tuvo recepción en revistas como la Ñ y Los Inrockuptibles.

No se lo pierdan!!!!!!!!!!!! Dejen los festejos magisteriles con trencitos y guardapolvos, abandonen las reflexiones sobre el desastre de las Torres Gemelas y vengan a compartir la manigua. No se van a arrepentir.